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El hipoclorito, más conocido como lejía es uno de los grandes descubrimientos de la época moderna, descubierto en París en 1785 por el francés Bertholet.

En ese año fue dónde se obtuvo la fórmula y se empezó a indagar cuáles eran sus usos prácticos como bactericida. Se entiende por lejía a la solución de hipoclorito, con un contenido de cloro activo no inferior a 35 g/l ni superior a 100 g/l.

La lejía es famosa mundialmente debido a sus propiedades como activo agente antiséptico. Cuando a finales del s. XIX Luis Pasteur descubrió que los microorganismos eran los causantes de enfermedades, se empezó a utilizar la lejía como producto para desinfectar instrumentos y superficies, sobre todo en el sector sanitario, ya que era capaz de matar estos microorganismos e higienizar las zonas dónde pudiesen aparecer estos, evitando así enfermedades e infecciones indeseosas.

Actualmente la lejía es utilizada para diferentes finalidades de desinfección e higiene, ya que se utiliza para la limpieza de suelos, baños, cocinas, cerámicas, sanitarios, verduras y hortalizas. También se utiliza para la potabilización de aguas, por lo que sus usos son muy amplios, pero no desde que se descubrió la lejía se saben todos sus usos, ya que cuando Bertholet descubrió la lejía solo conocía sus utilidades blanqueantes, No fue hasta después de unos años, con Pierre – Françaois Percy que se descubrieron los poderes higiénicos y antibacteriano de la lejía.

Pierre – Françaois Percy, médico y químico francés, fue el que introdujo por primera vez en el ámbito sanitario la lejía por sus cualidades antibacterianas e higiénicas. Lo que hizo fue añadir la lejía a los procedimientos de limpieza del hospital en el que trabajaba. Esto implicaba diluir lejía en agua para limpiar suelos y camas, así como para limpiar los instrumentos quirúrgicos y otros instrumentos sanitarios. Los resultados fueron asombrosos, ya que a los pocos meses de utilizar este producto de limpieza, la mortalidad por infecciones se redujo un 54% entre los años 1801 y 1851. En esa época se empezó a usar en el resto de países como producto de limpieza, pero sin ser conscientes de qué era lo que estaba sucediendo realmente al aplicar lejía a todos los productos que se utilizaban en las zonas sanitarias, ya que aún no conocían su poder desinfectante , pues no se sabía que los microorganismos eran los causantes de enfermedades e infecciones.

Fue a finales del s. XIX, cuando Luis Pasteur descubrió que las infecciones y la transmisión de enfermedades se deben a la existencia de microorganismos y, demostró que el agua de Javel (que era como se conocía la lejía por ese entonces), era el antiséptico más eficaz para la erradicación de gérmenes transmisores de enfermedades.

 

Actualmente su uso está totalmente generalizado, incluso la OMS recomienda utilizar el cloro en aquellos países del tercer mundo dónde las personas no pueden acceder a agua potable, ya que elimina las bacterias y evita muertes por consumo de agua no potable en estos países, lamentablemente tan común, incluso en la actualidad.

Para obtener la lejía se utiliza sal común (cloruro de sodio) por un proceso conocido como electrólisis. Se trata de hacer circular corriente eléctrica a través de una disolución de sal, para que al final del proceso se origine un nuevo compuesto químico (hipoclorito de sodio). 

En Optima RTI valoramos su poder desinfectante, por lo que ofrecemos lejía en diferentes formatos, dependiendo del uso y el sector al que esté destinado, ya que para objetivos industriales es mucho más práctico el uso de lejía en grandes formatos, ya que puede servir para la limpieza de grandes superficies y desinfección de estas.

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Usos e importancia de la lejía

27/08/2021 Actualidad, Ecología, Global Clean, I+D+I, Miltec, Novedades, OPC Green El hipoclorito, más conocido como lejía es uno de los grandes descubrimientos de la época